Cuando un objeto astronómico (más comúnmente un cometa), se
adentra en el interior del Sistema Solar, la interacción con el viento solar
hace que su superficie se active. Los gases y materiales de la superficie del
cometa salen despedidos al espacio, y pasan a orbitar al Sol en órbitas muy
similares a las de su cometa de origen. Así se forma una corriente o anillo de
partículas, denominado técnicamente enjambre de meteoros. La órbita terrestre
cruza algunos enjambres de cometas de periodo corto, produciendo lluvias de
meteoros anuales, como las Leónidas o las Perseidas. Cuando la actividad de una
lluvia de meteoros sobrepasa los 1000 meteoros por hora, se la denomina
tormenta de meteoros.
Se cree que algunos asteroides pueden ser cometas exhaustos,
es decir, cometas que han perdido todos sus elementos volátiles. Por eso,
alguno de estos fenómenos tiene a asteroides como cuerpo progenitor. Es el caso
de las Gemínidas, que se encuentran en la órbita del asteroide (3200) Phaeton. Al entrar un meteorito en la atmósfera terrestre, se observa
un trazo luminoso llamado estrella fugaz o meteoro. Este efecto luminoso está
producido por la ionización de la atmósfera que genera la partícula. La mayor
parte de meteoros tienen el tamaño de granos de arena y se desintegran a unos
80 o 100 kilómetros de altura. Algunos con masa mayor llegan a tener un brillo
considerable, y se los denomina bólidos (en inglés, fireballs). Sólo cuando los
meteoroides poseen una masa considerable pueden atravesar la atmósfera por
completo hasta llegar a la superficie. Estos meteoroides pasan a recibir la
denominación de meteoritos.
Que son las estrellas fugases o meteoros
Las estrellas fugaces (o meteoros, que es lo mismo) son pequeñas
partículas (normalmente, entre un milímetro y varios centímetros) que al entrar
a gran velocidad en la atmósfera de la Tierra se "queman" por la
fricción (en realidad el brillo se debe a la ionización del aire a su
alrededor) y producen el trazo luminoso que surca rápidamente el cielo y que
llamamos estrella fugaz.
Su aspecto es muy variado. Pueden brillar mucho o poco. Su
trayectoria puede ser corta o larga. Algunas pueden dejar una estela unos
instantes y otras no. Normalmente son bastante rápidas (¡desaparecen antes de
que nos dé tiempo a decirlo!) pero también las hay lentas, que pueden durar
varios segundos. En ocasiones pueden mostrar algún color: rojizo, verdoso,
azulado, etc. según la composición química del meteoro.
El origen de estas partículas está en los cometas, que a su
paso van perdiendo material y dejándolo tras de sí.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQWu80YVT37nMdhwlQRs_O4cmis6u3VBWjx4puJuIdpRngiBjqCARWWE165ubXL0Fgcb4hPOH3fgJ9Fh09rZr6WIgtGIgPHPe7Bz1O_iMdYz89QuB-ZCOUqIrRAa49bpC-36Y9nyWQpC5l/s320/eta-acuaridas-2-gif.gif.imgo.gif)
os meteoros o estrellas fugaces se pueden observar en
cualquier noche despejada, aunque en determinadas noches del año son más
abundantes (lluvias de meteoros). Ver más sobre cómo observar las Perseidas y
otras lluvias de meteoros.
La fricción atmosférica es capaz de quemar meteoros de hasta
varios kilos. No obstante, si una partícula es demasiado grande, puede no
desintegrarse en su totalidad y alcanzar la superficie de la Tierra. El meteoro
recibe entonces el nombre de meteorito. Nuestro planeta está recibiendo
constantemente meteoritos de tamaño microscópico y mayores.
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